Suena a cliché, pero la historia que hay detrás de los “Telares Griegos”  se asemeja a un cuento de hadas. Se remonta al siglo XIX y al cosmopolita Imperio Otomano y “desemboca“ a la calle del Pireo y a  la emblemática construcción manufacturera que en las últimas décadas alberga la Escuela de Bellas Artes de Atenas. Aquí en este edificio las familias Sikiaridis y Abazoglu, unidas entre sí por lazos matrimoniales, fundaron una de las legendarias industrias textiles cuya historia queda reflejada en un documental que se proyecta en el marco de la exposición Documenta 14 de sarrollada simultáneamente en Atenas y en Kassel.
 
 
«Documenta nos pidió hacer un cortometraje sobre el espacio que perteneció un día a nuestra  familia», dice la arquitecta Elisavet Sikiaridis que junto con su hermano Simos son los narradores del documental «Fabric», de 18 minutos de duración. El cortometraje se proyecta en la zona de la antigua biblioteca de la Escuela Superior de Bellas Artes (calle Pireós 256) y va acompañado por una pequeña exposición. Narra el ciclo de vida de los “Telares Griegos”  pero, al mismo tiempo, describe el contexto empresarial en el cual se movía y operaba la burguesía durante el Imperio Otomano. Pone el foco en el papel de Atenas después del hito histórico de 1922, en las fuertes tasas de industrialización que supuso la abundante y barata mano de obra de los  refugiados griegos de Asia Menor con la consiguiente rentabilidad para la vieja burguesía, y finalmente describe el marco de la ética laboral de la época:  «Concordia, Fe, Trabajo”,  se lee en una estructura de mármol que aún sobrevive entre  las ruinas de la Escuela Superior Bellas Artes.
 
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«El documental presenta la historia de la fábrica “Telares Griegos”  y, además, la historia de nuestra familia, que partió de la Capadocia Oriental, con paradas en Estambul y Beirut, se instaló a mediados de la década de 1920 en Atenas y fundó la fábrica, dice Elisavet Sikiaridis.
El fundador de la fábrica fue Simos Sikiaridis, abuelo de los narradores. Antes de 1924, el trabajo se extendía desde el Imperio Otomano hacia el Oeste donde se compraban las telas. Pero cuando las familias Sikiaridis y Abazoglu deciden establecerse en Atenas, nace la idea de la producción de lana para la fabricación de textiles. Es el momento en que los “Telares Griegos” ayudan en la industrialización del país. La familia  Abazoglou fue uno de los mayores comerciantes de cereales en Estambul, poseían el palacio  “Cercle d’Orient” y el cine Emek en el célebre barrio de Peran, así como diversas propiedades en Príngipos.
 
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Los Sikiaridis desarrollaron sus actividades comerciales en Anatolia y Beirut. Al llegar a Atenas, compraron  unas parcelas en la calle Pireós. En una de ellas construyeron la fábrica y su residencia y el resto las vendieron a otras industrias. Crearon la Fundación Sikiaridio con el objetivo  inicial de tratar a los niños que sufrían de tracoma, objetivo que no fue alcanzado por  causa de la guerra. Pero desde el término de la guerra y hasta 1971, la Fundación acogió y ayudó a los niños que padecían de tuberculosis. La familia invirtió, también, en el centro de Atenas financiando una de las construcciones más innovadoras para la época, el teatro «Rex». En Beirut se fundó, en 1951, la Escuela de la Comunidad Griega Anastasia Sikiaridis.
A pesar del cambio de nombre a  “Industria textil Anglo-griega, SA», la planta ha ido perdiendo competencia en el mercado, su intento de abrirse al sector de prêt-à-porter falló y, en 1981, entró en quiebra. Gracias a Nikos Kessanlís, que andaba buscando un espacio para albergar la Escuela Superior de Bellas Artes, el edificio se salvó;  fue comprado por el Estado y a partir de 1992 se convierte en sede de la Escuela.
 
 

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