Fotis Kontoglou (1895-1965) – el pintor de iconos más importante de la Grecia moderna y uno de los más importantes teólogos y escritores literarios- nació el 8 de noviembre de 1895 en la ciudad de Kydonies (también conocida como Aivali) en la costa egea de Asia Menor, justo al otro lado de la isla de Lesbos. Para conmemorar el 125º aniversario de su nacimiento, vamos a conocer el pasado y los mayores logros del artista.
 
 
Kontoglou venía de una familia devota. Habiendo perdido a su padre a una edad temprana, mantuvo el apellido de su madre en lugar de Apostollelis, que era su apellido paterno. Muchos de sus antepasados eran monjes, y su tío, Stéfanos Kontoglou, que era abad del Monasterio de Aghía Paraskevi, cerca de Kydonies, desempeñó un papel importante en la vida de Kontoglou. En su libro «Vasanta», Kontoglou dedica el capítulo de las traducciones de los Salmos de David «al alma austera de Stéfanos Kontoglou, su tío, cuya virtud tenía perpetuamente ante él como modelo y norma».
 
En 1913, Kontoglou entró en el tercer año de la Escuela de Bellas Artes de Atenas; poco después, decidió pasar varios años en Europa, especialmente en París (1919), donde continuó sus estudios de arte, escribió el libro «Pedro Cazas» y comenzó a llamar la atención tanto por sus pinturas como por sus escritos. Regresó a su patria después del desastre que tuvo lugar en Asia Menor y que le afectó mucho, separándole radicalmente de Occidente, por un lado, y, por otro, haciéndole sentir responsable de la continuación de la larga tradición que había resistido la disolución del Imperio Bizantino.
 
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En 1923, Fotis Kontoglou visitó el Monte Athos donde estudió la hagiografía bizantina, que se convirtió en la característica dominante de su pintura. En este “viaje”, entró en contacto más directo y sustancial con la pintura eclesiástica y principalmente con el arte post – bizantino de la Escuela Cretense. Es importante señalar dónde se le enseñó a Kontoglou el arte bizantino, porque interpreta el curso posterior de su arte hagiográfico. Más específicamente, Kontoglou se atrevió a ignorar la manera «clásica» de la iconografía.
 
Fotis Kontoglou eligió el lenguaje de la pintura bizantina, que en algunos casos enriqueció con su conocimiento de la anatomía y la representación plástica de las figuras. Así pues, mientras Kontoglou adoptaba las técnicas y los estilos del pasado, se acercaba al mismo tiempo a las ideas estéticas modernas (expresionismo, fauvismo, surrealismo) que sacudían las normas académicas convencionales y el realismo, y en este sentido es posible considerar su estancia en París como formativa. Así, este artista «oriental» que vivió en París durante algún tiempo se convirtió en una fuente de influencia e inspiración para muchos artistas griegos de la llamada Generación de los años 30 y su búsqueda de la “Grieguidad”.
 
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Kontoglou también trabajó como conservacionista para el Museo Bizantino y Cristiano de Atenas, el Museo Copto de El Cairo, el Museo de Corfú y el Monasterio de Peribleptos en Mistrás. En 1932, con la ayuda de los artistas Giannis Tsarouchis y Nikos Engonopoulos, Kontoglou pintó frescos en su casa. Estos frescos se encuentran hoy en día en la Pinacoteca Nacional de Grecia/Museo Alexandros Soutzos. Además, decoró tres grandes salas del Ayuntamiento de Atenas con frescos históricos. Esta fue su primera obra a gran escala como pintor de frescos, y su única obra secular extensa. También participó en las exposiciones de las Panhelénicas de 1938, 1948 y 1957,  en la Bienal de Venecia de 1934 y en la Bienal de Alejandría de 1957. Por último, pero no menos importante, pintó un gran número de iconos y numerosas iglesias, tanto en Grecia (por ejemplo, la iglesia de Kapnikarea en Atenas) como en los Estados Unidos. A través de estas obras, Kontoglou logró que el arte bizantino prevaleciera en Grecia.
 
Como ha señalado Nikos Zias, arqueólogo y profesor emérito de Historia del Arte, la diversa contribución de Kontoglou a la pintura griega moderna podría resumirse en tres manifestaciones. Su trabajo creativo de pintura, que se basaba en la técnica bizantina, su trabajo hagiográfico, que llevó la pintura ortodoxa a las iglesias de Grecia y, por último, su enseñanza, ya sea directa o -principalmente- indirecta, que fue uno de los factores más fuertes que alteró el curso de la pintura griega moderna hacia el descubrimiento de los valores pictóricos pero también espirituales más sustanciales de la tradición griega.
 
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Kontoglou murió en Atenas el 13 de julio de 1965 debido a complicaciones quirúrgicas causadas por un accidente de coche. Su muerte fue profundamente lamentada en toda Grecia. Empleando la pintura bizantina y popular como fuerzas artísticas, así como estudiando las creaciones de períodos más antiguos, como los retratos de El Fayum, demostró con su trabajo ser un firme partidario de la demanda de la autenticidad de la expresión griega, mientras que su contribución a la formación de la pintura eclesiástica moderna se considera definitiva.
 
Texto original en inglés vía Greek News Agenda
 
Fuente de imágenes: Pinacoteca Nacional de Grecia/Museo Alexandros Soutsos y Archivos de la Radiotelevisión Pública Griega (ERT) 
 
 
Traducción: Ch. P.
 
 
 
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