El poema de esta semana es el poema “La coartada” (en griego: «Τοάλλοθι) de la poeta Kikí Dimulá (Atenas 1931) [De un minuto juntos, 1998, Ενός λεπτού μαζί, 1998], en versión de la Profesora del Instituto de Idiomas de la Universidad de Sevilla, Raquel Pérez Mena.

Juan Antonio González Iglesias, poeta y profesor de Filología Clásica en la Universidad de Salamanca, explica: “Su secreto probablemente sea muy antiguo: fundar una nueva cosa que permite ver mejor las cosas”. “Kikí Dimulá que reconoce tener “la sabiduría de los que ignoran”, con palabras que vienen de Sócrates, es una de las más altas poetas que hay ahora en Grecia”.

Kikí Dimulá es miembro de la Academia de Atenas y ha recibido dos veces el Premio Nacional griego. Además, en 2010 Dimulá recibió el Premio Europeo de Literatura otorgado por la Asociación Capital Europea de Literaturas (ACEL).

La coartada

Cada vez que te visito
sólo el tiempo transcurrido
de una vez a otra ha cambiado.
Por lo demás, como siempre
se desliza desde mis ojos como un río
turbio tu nombre grabado
—padrino del guión pequeñín
entre las dos fechas,
no vaya a pensar la gente que ha muerto
sin bautizar la duración de tu vida.
A continuación limpio las mustias
cagaditas de las flores añadiendo
algo de arcilla roja donde se ha depositado negra
y le cambio, finalmente, el vaso a la lamparilla
por otro limpio que traigo.

Nada más volver a casa
a conciencia lavaré el sucio
desinfectando con lejías
y cáusticas espumas de espanto que echo
cuando me agito con fuerza.
Con guantes siempre y manteniendo mi cuerpo
a gran distancia del pequeño lavabo
para que no me salpiquen las aguas muertas.
Con estropajo metálico de dura aversión rasco
la grasa pegada en los labios del vaso
y en el paladar de la apagada llama
mientras la ira aplasta el ilegal paseo
de algún caracol, usurpador
de la inmovilidad vecina.

Enjuago luego enjuago con escaldante furia
bulle mi intento de volver el vaso a su primer
su alegre su natural uso
el de saciar la sed.
Y queda ya del todo limpio, reluce
ese mi afán hipocondríaco de no querer morir

querido mío, míralo de otro modo:
¿cuándo no ha temido a la muerte el amor?

Το άλλοθι

Kάθε που σ’ επισκέπτομαι
μονάχα ο καιρός που μεσολάβησε
από τη μια φορά στην άλλη έχει αλλάξει.
Kατά τα άλλα, όπως πάντα
τρέχει από τα μάτια μου ποτάμι
θολό το χαραγμένο όνομά σου
– ανάδοχος της μικρούλας παύλας
ανάμεσα στις δυο χρονολογίες
να μη νομίζει ο κόσμος ότι πέθανε
αβάπτιστη η διάρκεια της ζωής σου.
Eν συνεχεία σκουπίζω τις μαραμένες
κουτσουλιές των λουλουδιών προσθέτοντας
λίγο κοκκινόχωμα εκεί που ετέθη μαύρο
κι αλλάζω τέλος το ποτήρι στο καντήλι
με άλλο καθαρό που φέρνω.

Aμέσως μόλις γυρίσω σπίτι
σχολαστικά θα πλύνω το λερό
απολυμαίνοντας με χλωρίνες
και καυστικούς αφρούς φρίκης που βγάζω
καθώς αναταράζομαι δυνατά.
Mε γάντια πάντα και κρατώντας το σώμα μου
σε μεγάλη απόσταση από το νιπτηράκι
να μη με πιτσιλάνε τα νεκρά νερά.
Mε σύρμα σκληρής αποστροφής ξύνω
τα κολλημένα λίπη στου ποτηριού τα χείλη
και στον ουρανίσκο της σβησμένης φλόγας
ενώ οργή συνθλίβει τον παράνομο περίπατο
κάποιου σαλιγκαριού, καταπατητή
της γείτονος ακινησίας.

Ξεπλένω μετά ξεπλένω με ζεματιστή μανία
κοχλάζει η προσπάθεια να φέρω το ποτήρι στην πρώτη
τη χαρούμενη τη φυσική του χρήση
την ξεδιψαστική.
Kαι γίνεται πια ολοκάθαρο, λάμπει
το πόσο υποχόνδρια δε θέλω να πεθάνω

ακριβέ μου – πάρτο κι αλλιώς:
πότε δε φοβότανε το θάνατο η αγάπη;

Texto: D.P

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