Sobre la rocosa colina de la Acrópolis que domina la capital helena se encontraba el grandioso templo de la antigua ciudad consagrado a la diosa Atenea. A este lugar sagrado están asociados los mayores mitos de Atenas, las grandes fiestas religiosas y los cultos antiguos de la ciudad, así como algunos de los más decisivos acontecimientos de su historia. En relación armónica con su entorno natural, los monumentos de la Acrópolis son obras maestras únicas de la arquitectura antigua que expresan una mezcla vanguardista entre estilos y tendencias del arte clásico que ha marcado la creación cultural y artística de los siglos posteriores. La Acrópolis del siglo V a. C. es un perfecto reflejo de la grandeza, la fuerza y la riqueza de Atenas en su época de gran apogeo, es decir el siglo de oro de Pericles.

 

 La colina fue habitada en el Neolítico (4000/3500-3000 a. C). Restos de la temprana y tardía Edad del Cobre fueron localizados en la zona del Erecteion. En el siglo XIII a. C. se construyó la primera muralla defensiva, conocida con el nombre de muralla Ciclópea, restos de la cual fueron localizados entre los monumentos posteriores, de manera que su perímetro pudo ser descrito con cierta exactidud. En el siglo VIII a. C. la Acrópolis adquirió su carácter sagrado con el comienzo del culto a la diosa Atenea Polias, quien tenía su propio templo en la parte noreste de la colina. Pero es a mediados del siglo VI a. C., durante el período del tirano Pisístrato, cuando el templo vive tiempos de gloria: se establecen Las Panateneas, la mayor fiesta en honor a Atenea, y se construyen los primeros monumentos y templos para el culto de Atenea, como el Antiguo Templo y el Hecatompedón, este último considerado precursor del Partenón. Estos primeros monumentos fueron destruidos por las tropas persas, pero los atenienses pudieron salvar los frisos esculpidos de los templos saqueados enterrándolos en las cavidades naturales del suelo. Atenas vuelve a ser fortificada, esta vez por Pericles, incorporando en la nueva muralla fragmentos arquitectónicos de los templos destrozados.

 

A mediados del siglo V a. C. Pericles confía a los mejores arquitectos, escultores y artistas de la época la construcción, sobre los restos de los dos antiguos templos, de los cuatro monumentos que ve hoy en día el visitante, a saber el Partenón, los Propileos, el Erecteion y el templo de Atenea Nike. La finalización de ese complejo arquitectónico duró casi toda la segunda mitad del siglo V a. C. Tras la Guerra del Poloponeso y hasta el I siglo d. C. no se construyen más monumentos sobre la Acrópolis salvo un pequeño templo, al este del Partenón, dedicado al emperador romano Augusto y a Roma (año 27 d. C.). Es de destacar que durante el período romano, mientras muchos templos griegos sufrieron destrozos y expolios, la Acrópolis mantiene su antiguo esplendor y sigue atrayendo a los fieles de la época. La última intervención fue tras la invasión de los Erulos (s. III d. C.), cuando se construyó una fortificación con dos entradas en la parte oeste. Una de esas entradas se conserva hasta hoy y es conocida con el nombre de Beule, del nombre del arqueólogo francés que estudió la zona durante el siglo XIX. 

 
En los siglos posteriores los monumentos de la Acrópolis sufren importantes destrozos debidos a causas naturales pero, principalmente, a intervenciones humanas. Con la expansión del cristianismo los monumentos fueron convertidos en iglesias cristianas (s. VI d. C.). El Partenón fue consagrado a la Virgen María, mientras a finales del siglo XI se convierte en Metrópolis Ortodoxa de Atenas. El Erecteion se convierte en iglesia dedicada a Jesús Salvador, el templo de Atenea Nike en capilla y los Propileos en residencia del Obispo. La roca de la Acrópolis siguió siendo la fortaleza de la ciudad.

 
Durante el dominio de los Francos (1204-1456), los Propileos fueron palacio de los soberanos francos, mientras en el período otomano que sigue (1456-1833) la Acrópolis es la ciudadela de Atenas en la que residía el Preboste turco. En 1687, durante la segunda guerra entre venecianos y turcos, la colina fue sitiada por Francisco Morosini, quien hizo estallar una bomba dentro del Partenón -convertido por los turcos en arsenal de pólvora- provocando sus mayores destrozos hasta ahora. El segundo destrozo grave fue cometido por Lord Elgin entre 1801 y 1802, al saquear el monumento arrancando los relieves de las metopas del Partenón y varios fragmentos de las esculturas del Erecteion y del templo de Atenea Nike. La Acrópolis pasó a la soberanía del Estado griego en 1822 y las primeras excavaciones empezaron entre los años 1835 y 1837. Sin embargo, las excavaciones sistemáticas se llevaron a cabo en 1885-1890 por Panagiotis Kavadías y a principios del siglo XX se realizó la primera restauración por Nikos Balanos. En 1975 fue constituido el primer Comité de Conservación de los Monumentos de la Acrópolis con el propósito de estudiar y llevar a cabo trabajos de restauración de gran envergadura que continúan hasta hoy en colaboración con el A´Eforato de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas del Ministerio de Cultura.
 
 
 

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