Lo que ha ocurrido en Grecia y ha provocado un temporal en Europa y en España, no es más que la humana, demasiado humana, reacción de un pueblo que ha dicho ¡BASTA! a los mercaderes y a Bancaraña (Banca Araña) que trafican con salarios miserables – en condiciones de semiesclavitud- con los nuevos parias, a los que previamente se les ha despojado de los Derechos Humanos. 
“Saturno devorando a Europa y a sus hijos”, podría ser el retrato de esta época de recortes en la que cuesta imaginar – después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial y la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos-, que se recluya en guetos a quienes dejaron de ser útiles al capitalismo especulador, a la plutocracia y a la nueva Roma (EEUU). 
Algunos verán en este ciclo histórico una nueva rebelión de los miserables contra los césares, pero las cosas van mucho más allá. No se trata ni de dar de comer al hambriento, ni de vestir al desnudo, ni de dar hogar al desahuciado, ni de mandar a galeras a los mercaderes. Se trata de la fabricación del mundo con otros ojos y otra sensibilidad. 
Los cambios sociales en Grecia y España ponen de relieve que hemos entrado en una época en la que ha comenzado un profundo y necesario debate sobre las contradicciones de nuestra civilización justo en un momento en que Europa está tanteando un relevo de paradigma ante los retos que plantea el siglo XXI. 
El espíritu de estos movimientos busca también (además de apartar y poner en su sitio a los mercaderes, a Bancaraña, los fondos buitres, etc.) la conquista de nuevos modelos sociales que estén a la altura de los hombres y mujeres que son víctimas de un progreso hecho a medida de los agiotistas de turno, o de los verdaderos agujeros negros de los guardianes del capital. 
Los poderosos, que lo único que temen es ir a la cárcel, perder sus privilegios y los botines guardados en paraísos fiscales, lanzan continuamente “mensajes Fobera”, (analizados genialmente por Jonathan Swift en su obra “El arte de la mentira política”) para asustar e infundir terror al pueblo: sin nosotros, tiranía, más pobreza, el caos y la destrucción. 
El pueblo, consciente cada vez más de su fuerza y su razón (no hay mejor maestro que el desprecio, la humillación, el hambre, los desahucios y el frío) se ha puesto en pie y avisa de que ya ha despertado, que sabe muy bien cuáles son sus derechos y que conoce el camino para conquistarlos. 
En este combate entre David y Goliat nos jugamos mucho. Si el búfalo de Wall Street vence al toro blanco que raptó y sedujo a Europa habrá que aceptar que Tersites venció a Apolo y que Bancaraña se siga alimentando, cada vez con más voracidad, de la miel que la llevan sus ingenuas abejas. 
Ya a finales del siglo XIX comenzaba así H. Melville (su relato “¡Quiquiriquí! o el Canto del Noble Gallo Beneventano): “Últimamente en todas las partes del mundo, muchas rebeliones entusiastas contra innobles despotismos (falsas democracias, en nuestro caso) han recibido duros golpes”. ¡Ojalá que Bancaraña y Tersites sólo se metan miedo así mismos! 
Javier Cortines 

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