Situada en el archipiélago del Dodecaneso, la pequeña isla de Patmos es célebre por ser el lugar donde San Juan el Teólogo escribió su Evangelio y el Apocalipsis. A finales del siglo X se fundó en la isla un monasterio dedicado al “discípulo bien amado”, que se convirtió en lugar de peregrinación y centro de enseñanza de la Iglesia Ortodoxa griega. Este magnífico conjunto monástico, de interés arquitectónico excepcional, domina la isla, mientras que el antiguo y vecino asentamiento humano de Jora cuenta con numerosos edificios religiosos y civiles. 

La ciudad de Jora es una de las pocas ciudades griegas que ha experimentado una evolución continua desde el siglo XII. Este es uno de los pocos lugares en el mundo donde las ceremonias religiosas, que datan de los primeros tiempos del cristianismo, todavía se practican sin cambios. 

 
El Monasterio de Agios Ioanis Ceologos y la Cueva del Apocalipsis están en el lugar donde San Juan el Teólogo («el Divino», «a quien Jesús amaba») escribió dos de los libros santos más importantes para los cristianos, su Evangelio y el Apocalipsis. 
 
Patmos es la isla más septentrional del Dodecaneso, tiene unos 88 km², en gran parte estériles, y está formada por tres grandes masas volcánicas conectadas por estrechas franjas de tierra. La isla cuenta con tres centros: Jora medieval, el puerto de Escala, del siglo XIX, y la pequeña localidad rural de Campos. El sitio fue elegido por Cristódulos para construir su monasterio, que domina toda la isla. 
 
Patmos fue primero colonizada por los dorios y después por los jonios. Cuando la isla formó parte del Imperio Romano fue utilizada, como las otras islas del Egeo, como lugar de exilio para los presos políticos. Entre ellos estuvo el evangelista San Juan el Teólogo, que fue llevado allí en el 95 d. C., bajo el imperio de Domiciano. Fue durante su larga estancia en Patmos, cuando escribió su Apocalipsis y su Evangelio. Al igual que muchas islas en el mar Egeo, Patmos fue devastada por las incursiones de los sarracenos en el siglo VII, y se mantuvo prácticamente deshabitada durante los siguientes dos siglos. En 1088, Osios Cristódulos, un abad de Bitinia que ya había fundado monasterios en Leros y Kos, obtuvo del emperador bizantino Alejo I Comneno permiso para fundar en la isla un monasterio dedicado a San Juan. El poder imperial animaba en aquella época la repoblación de las islas y costas del Egeo y, al mismo tiempo, la construcción de monasterios fortificados.

La isla fue conquistada por los venecianos en 1208 y es en esta época cuando se fundó el más antiguo de los sitios de Patmos, Jora, donde hermanos laicos y otros que estaban al servicio de la comunidad monástica se asentaron alrededor del monasterio. Después de la caída de Constantinopla en 1453, unas cien familias fueron reubicadas en Jora, al oeste del monasterio, donde fundaron un rico barrio conocido bajo el nombre de Alotina. El asentamiento estaba entonces formado por casas dispersas, en su mayoría de carácter rústico. Patmos pasa a control de los turcos a principios del siglo XVI. Paradójicamente, esta fase coincidió con un período de prosperidad para los habitantes de la isla que recibieron diversos privilegios fiscales a cambio de su sumisión y los habitantes de Jora con esos beneficios se lanzaron al transporte marítimo y al comercio. Las hermosas casas construidas por ricos comerciantes de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, muchas de las cuales se conservan, dan testimonio, todavía hoy, de este período de prosperidad.

La situación cambió cuando la isla fue saqueada por los venecianos liderados por Francesco Morosini en 1659. Tras la captura de Candia por los turcos en 1669, venecianos refugiados se establecieron en la isla. Ellos crearon allí una nueva zona residencial conocida como la Cretica, cuya plaza principal fue nombrada Agialesvia,nombre de un santo de Creta. El tejido urbano comenzó a cambiar, con nuevas casas mucho más pequeñas y más juntas. La isla tardó mucho tiempo en recuperar su antiguo papel comercial, pero Patmos, que se había vuelto otra vez al comercio, ocupó un lugar importante en esta actividad a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX. A mediados del siglo XVIII, la expansión de Jora llevó a la formación del barrio Aporciana. Muchas casas antiguas fueron rehabilitadas y se construyeron nuevos edificios.

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